martes, 28 de abril de 2015

CARTA ABIERTA A ALBERTO GARZÓN ESPINOSA


Socuéllamos, 21 de abril de 2015
Alberto:
Soy una militante de base de IU. Me costó dar el paso a la militancia, porque mi espíritu crítico no lo creía compatible con el trabajo en una organización, razón por la que milito desde hace escasos tres años, aunque he simpatizado siempre públicamente con IU y he sido votante de IU desde que tengo derecho a votar.
También soy una de las personas que ha firmado el Manifiesto “La militancia con Cayo” fechado el 2 de abril de este año. Suscribo ese manifiesto desde el principio hasta al final y me consta que, a pesar de la campaña orquestada contra él desde parte de la dirección de esta organización, es una iniciativa de militantes de base, de “mindundis” como yo cuya militancia política les/nos ocasiona más de un disgusto personal y más de un llanto y si seguirnos es porque la militancia la asumimos por cuestiones de conciencia  (un deber por deber, que diría Kant).  Un manifiesto que es un grito desesperado por defender la legitimidad de nuestro proyecto, el de IU y que extraña que algunos hayan tomado como un ataque hacia tu persona, porque no se lee eso en ese texto.
Por supuesto que una entiende que “los trapos sucios hay que lavarlos en casa”, que hay que asumir la organicidad y que hay que respetar a nuestros dirigentes, precisamente porque creemos que las organizaciones son más eficaces que la lucha individual y que ello requiere estructura y disciplina consciente. No obstante, “cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto” y la situación actual se resume a la perfección en la frase citada.
Los dirigentes de las organizaciones nunca deben olvidar su función de representantes y máxime cuando alardean de ser defensores de la democracia. Esta es la razón por la que me atrevo a escribirte de manera pública estas palabras. Sé que no contestarás a ellas, sé que alegarás que mi postura es pre-política, incluso puede que insinúes (tú o alguien de tu entorno) que me mueven unos hilos invisibles y peligrosos que están dirigidos por no sé qué mafia… No es la primera vez que me acusan de estas cosas, incluso en twitter he sido incluida en una lista denominada MafiaBankia, o algo así. Al principio me hacía gracia, me generaba risa, pero la verdad, a estas alturas me pone de un cabreo que no te cuento hasta dónde llega.
El caso es que no tengo ninguna animadversión contra ti en lo personal, es más, no te conozco. He intercambiado si acaso tres palabras contigo mientras nos hacían una foto en un acto público. Mi hermana y yo publicamos orgullosas esa foto contigo en nuestras redes sociales porque nos sentimos orgullosas de la filiación política que tenemos. Por aquellos entonces tú no eras candidato, creo recordar que ni se había planteado tal posibilidad. De hecho escribiste un artículo buenísimo (a mi juicio) sobre las primarias en los partidos políticos. Hablabas allí de que un partido político tiene que estar a la vanguardia  para construir hegemonía, y que hay que luchar contra la intromisión que supondría en las organizaciones de izquierda dejar que candidatos hechos populares por los medios de comunicación de masas, pudieran competir con otros menos conocidos teniendo una desigualdad manifiesta de partida.  Meses después cambiaste de idea y decidiste protagonizar unas primarias. Todos tenemos derecho a cambiar de opinión y también tenemos derecho a seguir defiendo los mismos posicionamientos políticos, gocen o no de la aprobación de la mayoría. Por ello,  permíteme  que igual que alabé y alabo los argumentos que tú esgrimías para considerar poco convenientes unas primarias en una organización de izquierdas, ahora cuestione los posicionamientos políticos que has protagonizado en los últimos tiempos (especialmente el último año).
Sinceramente, me desconcierta que unas veces digas que sí, otras que no y otras que tal vez. Me inquieta que gastes más energías en contestar a los aplausos que te llegan desde las bases de otras organizaciones, que el que empleas en intentar ganarte la confianza de la base militante de IU (no sé si será cierto, pero parecer, lo parece). Porque claro que la militancia debe defender a su candidato, pero este también debe hacer lo posible por ganarse la confianza de sus bases y de dignificar el trabajo que estas hacen de forma callada y generosa. Por eso, cada vez que te escucho públicamente decir que la “nueva” IU que vas a construir bla bla bla, no es que me indigne, es que se me rompe el alma, tan claro como cierto. Porque recuerdo a muchas mujeres y muchos hombres que han dado casi todo (algunos incluso todo) por este proyecto, gentes voluntariosas y dignas que han puesto al colectivo por encima de sus intereses personales, gentes a las que tú con esas declaraciones les dices que no ha valido la pena su lucha y  su sacrificio.
No me leerás a mí justificar a ningún jeta, ninguno; a ningún sinvergüenza, ninguno; especialmente si son de los míos porque estos son los que me defraudan, ya que sigo esperando algo de esos que se dicen de izquierdas. Pero tampoco me gustan los oportunistas que aprovechan el descrédito de la política en general para aparecer como inmaculados y buenos ante los ojos de la gente. El discurso antipolítica es tan peligroso que no deberíamos permitirnos el riesgo de aplaudirlo, aunque ello tuviera algún rédito político. Porque la antipolítica es la antesala del fascismo y las crisis capitalistas ya sabemos lo que han traído y traen.
Así las cosas, resulta más que paradójica tu postura respecto a la conveniencia de no dividir más el voto de la izquierda y por ello apoyar una lista para el ayuntamiento de la capital cuya candidata reniega de las organizaciones (incluso de la de Podemos, que le es la más cercana) y que abre las puertas a la legalización de la prostitución. Me desconcierta tu defensa pública de la lista de Ahora Madrid por motivos de la unidad de la izquierda. Siguiendo con tu razonamiento, para las elecciones generales de noviembre, ¿tampoco tendremos que defender una candidatura de IU encabezada por ti? ¿Tendríamos que someternos directamente a Podemos, Ahora España, o lo que sea? ¿O sí habría que defender al candidato de IU, o sea tú, ya que  en ese caso no sería tan  perjudicial el hecho de dividir el voto de izquierdas?
Por cierto, que Podemos es de izquierdas es algo que hay que creer por cuestiones de fe, puesto que las declaraciones públicas de los integrantes de esta formación inciden, hasta la saciedad, en posicionarse como ni de izquierdas ni de derechas (lo que en mi pueblo siempre han hecho, curiosamente, las gentes de derechas) y, a lo sumo, llegan a defender posturas socialdemócratas que difícilmente pueden contribuir a la transformación social que nuestro país necesita y que IU viene defendiendo desde siempre. Si los pactos con el PSOE han sido criticados por parte de nuestra militancia por edulcorados (el último pacto más criticado por ciertos dirigentes aunque fue aprobado mayoritariamente por la militancia de IU), ¿por qué ahora sí hay que asumir el lavado de cara del capitalismo como el fin último a perseguir?
Ya sé que soy una simple profesora de filosofía de un instituto público, ya sé que soy de un pueblo de La Mancha y que acabo de llegar a esto de la militancia política, ya sé que la realidad es compleja y que algunos puede que no veamos. Pero, Alberto, por si las moscas y los equivocados no somos nosotros, no estaría de más que esa parte de la presidencia federal que tú pareces encabezar no ignorara que el error de Carrillo fue olvidarse de que su misión era ser la voz del colectivo, siempre del colectivo. Difícil es que las bases puedan hacer llegar su postura a las “altas esferas” si nuestras preguntas se interpretan como ataques y no como cuestionamientos legítimos de unas bases que no quieren que nadie decida entregar su organización a nadie. Y si es cierto que esta organización ya no sirve, dígannoslo ya, porque muchos y muchas estamos entonces perdiendo nuestro tiempo. Y el tiempo es la única posesión cierta que tiene el ser humano, pese a que el capitalismo nos haga vendernos por un salario. No utilicen prácticas del enemigo también con las bases, “un poco de  por favor” (como soy pueblo y no entiendo mucho, soy más de estas series que de “Juego de Tronos”, ea).
Siempre Salud y República

Esther Díaz Pedroche (militante de base de IU)

martes, 21 de abril de 2015

9 de Abril

Hoy, hace exactamente 38 años, se legalizó el Partido Comunista de España. Una larga posguerra y una dictadura atroz no consiguieron doblegar a aquellas personas nobles, dignas y resistentes que se enfrentaron con valentía y firmeza al fascismo.
La clandestinidad  y el exilio (el exilio por razones políticas, hoy renombramos casi todo no sé muy bien por qué) hicieron que “El Partido”, como se le llamaba entonces, adquiriera formas complejas que, sin embargo, permitieron la supervivencia de las ideas y los principios.
Yo tengo 40 años, así que no puedo recordar aquella fecha. Forma parte del imaginario colectivo de nuestro pueblo, sin embargo, la alegría de esas gentes que pudieron salir a la calle a gritar (y me consta que así lo hicieron) a viva voz que eran comunistas.
Es fácil hablar de la historia y reescribirla, es fácil mirar al pasado y juzgarlo desde los ojos presentes y es fácil, aunque rastrero y mezquino, ocultar que el PCE fue el principal protagonista en la lucha por las libertades y la democracia en nuestra historia más reciente. Sin embargo, ni la vida, ni la política, ni el amor (me permito esta licencia “poética”) suelen ser justos,  lo que explica que el pueblo español no recompensara como se merecía al PCE en aquellas primeras Cortes democráticas.
Bien es verdad que cuarenta años de adoctrinamiento no se quitan de un plumazo. Por más voluntad política, empeño o pedagogía que pusieron aquellas y aquellos diputados comunistas, no fue posible “asaltar los cielos”. Convencida estoy de que pusieron toda la ilusión, todas las ganas y todo el empeño por ganar, pero no consiguieron convencer, esa es la realidad. El dato no es baladí, porque estamos hablando de gentes de la talla humana, ética y política como Rafael Alberti, Dolores Ibárruri o Marcelino Camacho. (De haber existido twitter quién sabe si hoy estaríamos hablando de la República Socialista Española).
Así las cosas, 38 años después de toda esa lucha, de todo ese bagaje y de esa mochila, pareciera que algunas y algunos comunistas del siglo XXI quisieran inventar la rueda, ignorando la primera y más básica lección de cualquier comunista: juntos somos más fuertes y organizados somos mucho más capaces. Por esta razón, no alcanzo a comprender  la deriva ciudadanista y personalista de ciertos sectores del Partido Comunista. De verdad que intento entender la razón, la estrategia y la táctica mágica que nos va a llevar a construir hegemonía con un pequeño grupo de líderes y “lideresas” (de estas es verdad que hay pocas, vaya, vaya) que no tienen ninguna estructura organizativa detrás y mucho menos un pueblo consciente y convencido de que la batalla hay que seguir dándola, incluso después de haber conquistado las instituciones. Por más vueltas que le doy, no lo veo. Y por más que ando preguntando aquí y allá, la única respuesta que me dan es que “yo no entiendo”. Compañeras y compañeros, pues expliquen al pueblo lo que no entendemos: a mi vecino, a mi tía, al cajero del supermercado donde compro y a la médica del centro de salud de mi pueblo. Dejen de decirnos que no entendemos y hagan para que lo entendamos, si es que pueden.
Y es que, es difícil de entender que la estrategia ahora sea esconderse, no mostrarse, camuflarse. Es complicado comprender que la nueva política no mire de frente al enemigo, al capital, y le diga, aquí estamos y aquí seguimos, los comunistas de ayer, de hoy y de siempre. Es altamente complejo que alguien que ha interiorizado las imágenes de aquel 9 de abril de 1977 llenas de júbilo y alegría porque por fin las comunistas y los comunistas podían conquistar tranquilamente las calles, ahora tengan que aliarse con quienes abiertamente se declaran ni de izquierdas ni de derechas y que hoy, volvemos a constatar, que tampoco se suman a las reivindicaciones por la III República del cercano 14 de abril.

Espero que alguien sea capaz de parar esta deriva peligrosa, líquida y vacía. Confío, para lograrlo, en toda esa gente que tanto da, todo, sin esperar nada a cambio y que con tanto orgullo muestra su origen y procedencia allá donde va porque sabe que “el pueblo que olvida su historia está condenando a repetirla”. Esa militancia de base que es consciente de que para atrás, ni para coger impulso ha de ser quien nos guíe, porque hoy parece que tenemos que volver a luchar contra la clandestinidad, una clandestinidad que no se sabe quién ha elegido como estrategia. Es curiosa la vida, la política y el amor.