jueves, 27 de noviembre de 2014

Diputaciones y municipalismo

Es un tema importante el que hoy nos ocupa. Las diputaciones son unas instituciones que, francamente, son poco transparentes y su gestión muestra déficit democráticos evidentes. Ejemplos de ello hay varios, incluso cercanos en el tiempo y en la geografía. Que las diputaciones caen en la duplicidad de funciones y mantienen una burocratización del funcionamiento del Estado que no favorece la cercanía de éste al ciudadanx es algo que admite poca controversia. Todo lo expuesto justifica que varios partidos políticos, entre ellos Izquierda Unida, lleven tiempo proponiendo la desaparición de las diputaciones provinciales.

Sin embargo, pecaríamos de ingenuxs incoherentes si la defensa del municipalismo terminara en la defensa de nuestros particulares e intransferibles términos municipales.


Ingenuxs porque desde que el PP aprobó la Ley 27/2013, de 27 de diciembre, de racionalización y sostenibilidad de la Administración Local se desposeyó a todos los municipios de menos de 20.000 habitantes de la autonomía necesaria para gestionar sus recursos en temas tan importantes como: ayuda a domicilio, políticas de generación de empleo,
 atención a víctimas de violencia de género, etc. De poco nos serviría hacernos con los ayuntamientos, si luego éstos van a estar gobernados en la sombra por las diputaciones. Las diputaciones se convertirían en la Troika que hace cumplir normas políticas que nadie ha votado ni elegido, pero que guían realmente nuestras vidas y nuestra política real.

Incoherentes porque se supone que queremos hacernos con el poder institucional para transformar la sociedad, pero ese cambio no sería posible si no lucháramos por hacernos también con las diputaciones. En esto de conseguir los cambios ha habido siempre varias posturas. Hay quienes consideran que hay que hacer la revolución directamente, sin entretenerse en elecciones burguesas que consolidan el sistema capitalista y que, a lo más que dejan aspirar a las organizaciones de izquierdas, es a gestionar las migajas. O la mantenida por aquellxs que defienden que hay que meterse dentro del sistema para poder cambiarlo o transformalo desde dentro, aprovechando las grietas que éste muestra.


Yo no voy a entrar en esta polémica difícil, complicada y vieja, pero sí voy a detenerme en la contradicción de aquellxs que quieren conseguir los cambios haciéndose primero con las instituciones, para una vez que tengamos el poder, podamos llegar a cambiarlo todo y que, sin embargo, renuncian a ganar las diputaciones porque ahora sí se manifiestan "puristas" y quieren terminar con ellas sin el paso previo de conquistarlas. No obstante, desde estos ámbitos se grita; "Ganemos los pueblos para ganarlo todo". Yo me pregunto, ¿cómo vamos a ganarlo todo si las políticas municipales están secuestradas en las diputaciones? O hacemos barricadas o nos metemos en el "fregado" de hacernos con el poder para tomar las instituciones y ponerlas al servicio del pueblo, pero quedarnos en tierra de nadie, no tiene mucho sentido. Porque si optamos por esta segunda opción, esto es, por la opción de participar en elecciones para hacerse con las instituciones, ¿por qué hemos de luchar por conquistar unas instituciones y otras no? Es algo que se me escapa, a no ser que la intención sea la de querer aparentar que vamos a cambiarlo todo para dejarlo todo igual, que es un temor que he de reconocer que tengo.


Pues bien, la tan manida fórmula jurídica que apela a la "agrupación de electorxs" como baluarte de la democracia radical y de la transparencia ignora que las agrupaciones de electorxs se circunscriben al ámbito exclusivamente municipal, lo que imposibilita que los votos de las poblaciones colindantes puedan sumarse para entrar en las diputaciones. Y segundo, a mi juicio aún más importante, es una fórmula jurídica que desaparece al día siguiente de las elecciones con lo que la fiscalización de los cargos electos es prácticamente imposible para el ciudadanx de a pie. ¿Qué asamblea, qué organización, qué grupo puede fiscalizar la labor de lxs concejalxs? ¿A quién han de rendir cuentas y con quién han de planificar las futuras decisiones que conciernen a lxs vecinxs lxs concejalxs elegidxs? Volveríamos nuevamente a tener que confiar en la buena voluntad de lxs elegidxs, porque no habría forma humana de poder fiscalizar y controlar su labor política. ¿Genera esto, de verdad, más transparencia y más democracia radical?


Afortunadamente aún es posible cambiar las cosas. Sobre todo si damos relevancia a la política municipal, que es la que puede atender mejor y más rápidamente las necesidades reales de lxs vecinxs. Hay quienes desdeñan los comicios municipales por parecer que lo importante se vende sólo en las generales. Sin embargo, quienes defendemos el municipalismo, defendemos también que sean los ayuntamientos los encargados de gestionar esos recursos que el PP ahora le ha negado gestionar. La única forma de rentabilizar y maximizar los servicios es dejando a los más cercanxs que decidan sobre lo importante y vital para sus municipios. Por todo ello, yo lo tengo claro, la coalición de partidos es mejor forma de poder acceder al poder real que lxs ciudadanxs demandan para transformar realmente la sociedad. Y por eso tengo clarísimo que el próximo mayo nos jugamos mucho, porque la política municipal es importante y crucial en la vida de todxs.


Ojalá y la inteligencia colectiva sepa guiarnos a todxs hacia el buen camino. Para un próximo post la paradoja de la defensa del ciudadanx, a mi juicio, la mayor trampa del capitalismo porque nos vende como deseable el individualismo salvaje que es lo que esconde.

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